“No soy discapacitado, tengo una discapacidad. A un ritmo diferente, puedo hacer lo mismo que cualquier persona”

Discapacitados

Escrito por: Laura Castro

Así se describe Duván Felipe Suárez, un joven que se preparó como operario de procesos de panificación en la Institución Maestro Guillermo Vélez Vélez y el Sena, y finalizó hace poco su práctica laboral en la repostería El Pan de la Gloria. Hoy en día, elabora panes, tortas, pandebonos y otros productos por encargo, y sueña con tener su propia panadería.

Y es que la Institución Maestro Guillermo Vélez Vélez es el programa de la Alcaldía de Medellín que busca potenciar los talentos de personas con discapacidad cognitiva o psicosocial. A lo largo de 18 años ha impactado a miles de jóvenes con esta condición, brindándoles cualificación laboral y de emprendimiento, y también a sus familias, que agradecen el apoyo en la realización de los proyectos de vida de sus hijos o hermanos.

Así lo manifestó Ruth Mary Álvarez durante el primero foro de experiencia laboral “Pensar y conversar lo cognitivo, sus formas, obstáculos y fortalezas”, que se realizó con el apoyo de la caja de compensación Comfama y el Pacto de Productividad.

Ruth Mary es la mamá de Juan Guillermo y Sebastián Arboleda, dos jóvenes de 27 años con discapacidad cognitiva, quienes se graduaron como auxiliares de logística y desde hace cinco años trabajan en Leonisa.

Ella confiesa que cuando sus hijos empezaron la práctica sintió mucho temor, por lo que los llevaba siempre a Leonisa. Luego, comenzó a comprender que los chicos necesitaban aprender a movilizarse por ellos mismos, “yo les expliqué varias veces qué debían hacer en el Metro, cuál era la estación en la que debían bajarse para tomar el Metrocable y ya ellos ahora recorren todo Medellín en Metro. Fue muy difícil soltarlos, a veces incluso me quedaba cerca a escondidas, preocupada de que no se fueran a caer, pero poco a poco fui aceptando que Juangui y Sebas pueden llevar una vida normal”.

Con todo, Ruth Mary sigue siendo muy protectora a la hora de mantenerles los uniformes al día e impecables, y de prepararles y empacarles las comidas, pero dice que gracias a eso sus hijos no han llegado nunca tarde al trabajo.

Para esta mamá es muy valioso que las empresas les abran sus puertas a personas con discapacidad, ya que ellas tienen todos los talentos y capacidades necesarias para realizar cualquier labor y para desarrollarse como sujetos políticos que le aportan a la sociedad.

Así también lo considera Duván Felipe, quien dice que al principio le costó un poco adaptarse al lugar donde hizo su práctica, por el ritmo de trabajo y la cantidad de productos que se manejaban, pero después le fue cogiendo el ritmo. “Yo sabía hornear y hacer las masas, pero no sabía mucho de armar, porque se me dificultaba ser ágil con las manos; entonces me les pegué a mis compañeros hasta que aprendí a armar panes, pandequesos, pandebonos… y ya hoy los hago muy bien”.

Por ahora, este joven está enfocado en trabajar en lo que resulte y en seguir haciendo sus productos por encargo, mientras que ahorra dinero para poder montar su propia panadería, algo que está seguro poder lograr pues asegura “en mi mente no tengo discapacidad, porque los límites se los pone es uno”.

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